A lo largo de la historia, el ser humano ha aprovechado la madera de este árbol de diversas maneras.
Los griegos, por ejemplo, la empleaban para construir barcos. Con el correr de los siglos, también fue empleada para fabricar muebles y casas, un uso que continúa hasta nuestros días. Pero sus beneficios han ido más allá. La dermatología también ha sacado provecho de la riqueza de sus taninos y propiedades astringentes y resulta un elemento sumamente eficaz para tratar acné y dermatitis.